En la búsqueda de un mundo más limpio y sostenible, la transición energética hacia fuentes renovables y la neutralidad neta de emisiones de gases de efecto invernadero se ha convertido en un objetivo clave. Sin embargo, este proceso no puede ser completado sin reconocer y visibilizar el papel crucial que desempeñan las mujeres en esta transformación.
La transición energética no sólo implica abandonar los combustibles fósiles en favor de fuentes limpias como la solar, la eólica y la geotérmica, sino que también demanda una revolución en nuestras estructuras sociales y económicas.Históricamente, las mujeres han estado subrepresentadas en las industrias energéticas, especialmente en roles de liderazgo y toma de decisiones. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), sólo el 22% de los puestos en el sector energético global están ocupados por mujeres.
Sin embargo, la equidad de género no es sólo una cuestión de justicia social, también es un motor de innovación. Estudios han demostrado que los equipos diversos tienden a ser más creativos y eficaces a la hora de desarrollar soluciones a problemas complejos, como la mitigación del cambio climático. Por lo tanto, integrar a más mujeres en el diseño y ejecución de estrategias de transición energética no solamente es ético, sino estratégico.
Las mujeres han demostrado ser agentes de cambio en distintos niveles de la transición energética. Desde científicas que desarrollan tecnologías limpias, hasta líderes comunitarias que impulsan proyectos de energía renovable en sus localidades, su impacto es innegable. Por ejemplo, en varias regiones de América Latina, las mujeres han encabezado iniciativas de electrificación rural utilizando paneles solares, lo que ha transformado la vida de miles de personas.

Además, organizaciones internacionales como ONU Mujeres han subrayado la importancia de empoderar a las mujeres en sectores clave relacionados con la energía. Incluirlas en los procesos de capacitación, financiamiento y toma de decisiones asegura que las soluciones energéticas sean inclusivas y respondan mejor a las necesidades de distintas comunidades.
A pesar de los avances, aún queda mucho por hacer. Los estereotipos de género, la falta de acceso a educación en áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés) y la ausencia de políticas laborales inclusivas son barreras que limitan la participación femenina en el sector energético. Superar estos obstáculos requiere un compromiso conjunto de gobiernos, empresas y organizaciones civiles.
La transición energética presenta una oportunidad única para reestructurar las industrias desde sus bases. Crear políticas que promuevan la equidad de género, apoyar programas educativos específicos para mujeres y garantizar su representación en roles de liderazgo son pasos fundamentales para acelerar el cambio.
Para alcanzar la neutralidad neta de emisiones de gases de efecto invernadero, necesitamos aprovechar todo el talento disponible, y eso incluye visibilizar y valorar el papel de las mujeres en este proceso. Su contribución no sólo puede acelerar la transición hacia energías limpias, sino también garantizar que este cambio sea equitativo y sostenible. La transición energética no es únicamente un asunto técnico, es también una oportunidad para construir un futuro más justo y diverso.

