¿Transición energética para quién? El mapa global de 2024 y el silencio latinoamericano

Jul 16, 2025 | Noticias, Tecnología

blank

Por Axell Sutton

¿Y si la transición energética no solo se tratara de descarbonizar, sino de redistribuir el poder? El nuevo Global Status Report 2025 de REN21 lo deja claro: el mundo está instalando energía renovable como nunca antes, pero lo está haciendo de manera profundamente desigual. En 2024 se añadieron 741 gigavatios (GW) de capacidad eléctrica renovable a nivel global, una cifra récord que, en lugar de celebrar sin matices, debería llamarnos a reflexionar.

China, por sí sola, construyó 445 GW en un solo año. Eso equivale al 60% del total mundial. Le siguieron Europa con 92 GW (12%), Asia y Oceanía (sin contar China ni India) con 73 GW (10%) y América del Norte con 56 GW (8%). India sumó 36 GW (5%) y el “resto del mundo” apenas llegó a 39 GW (5%) [REN21, GSR 2025].

En otras palabras: Latinoamérica no aparece. O aparece diluida en una categoría genérica que nos reduce a nota al pie. Según el mismo reporte, Brasil agregó apenas 18 GW, y el conjunto del resto de América Latina y el Caribe, solo 8 GW. En total, la región aportó menos del 3.5% del crecimiento global. No es solo un problema de inversión. Es una falta de protagonismo estructural.

Esto, en un contexto en el que la energía solar fotovoltaica ya representa 81% de las adiciones globales, seguida por la energía eólica con 16%. La acumulación mundial alcanzó los 4,770 GW, y se estima que para cumplir los compromisos del Acuerdo de París será necesario instalar 11,000 GW para 2030. Para lograrlo, el mundo tendría que sumar 1,040 GW anuales de aquí a fin de década —un incremento de casi 40% respecto al récord actual [REN21, GSR 2025].

La pregunta que urge plantear es: ¿transición energética para quién?

China ha entendido que la energía renovable no es solo un deber ambiental, sino una estrategia industrial, tecnológica y geopolítica. Nosotros, en cambio, seguimos atrapados en marcos regulatorios obsoletos, financiamientos inaccesibles y una lógica de corto plazo. En lugar de convertirnos en exportadores netos de energía limpia, nos conformamos con ser consumidores marginales.

América Latina tiene sol, viento, agua y juventud. Pero no tiene, aún, la voluntad política ni la articulación regional para ponerse a la altura de la historia. Nuestra ausencia en los mapas globales no es técnica: es política.

blank

Si no corregimos el rumbo, la transición energética será un reflejo más de las desigualdades del presente. La buena noticia es que aún estamos a tiempo. Pero solo si entendemos que el verdadero cambio no se mide en megavatios, sino en soberanía, justicia y visión de futuro. ¿Y si en lugar de ser la región que observa, Latinoamérica se convierte en la que lidera? La energía ya está aquí. Lo que falta es voluntad, la transición es nuestra.