Por María Fernanda Matus Martínez
La 30.ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima que se celebrará del 10 al 21 de noviembre próximos en Belém, Brasil, levanta grandes expectativas para constituirse como un punto de inflexión que lleve de las promesas a la acción.
Particularmente frente al hecho de que, acorde con el Informe sobre la Brecha de Producción (PGR) 2025, los países prevén una producción de combustibles fósiles incluso superior a las anteriores “lo que pone las intenciones climáticas mundiales en un riesgo cada vez mayor”.
De acuerdo con información oficial de la ONU, la cumbre reunirá a líderes mundiales, científicos, organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil para debatir las medidas prioritarias para hacer frente al cambio climático y se centrará en los esfuerzos necesarios para limitar el aumento de la temperatura global a 1.5 °C; la presentación de nuevos planes de acción nacionales (NDC) y los avances en los compromisos financieros contraídos en la cumbre previa.
La Conferencia de las Partes (COP), de acuerdo con información en su sitio oficial, es el mayor evento global de las Naciones Unidas para discusiones y negociaciones sobre el cambio climático y se celebra anualmente, rotando la presidencia entre las cinco regiones reconocidas por las Naciones Unidas.
La ONU informó en septiembre pasado que cerca de 100 países, incluidos casi 40 Jefes de Estado y de Gobierno, se comprometieron o expusieron su compromiso para concluir la implementación de sus nuevos objetivos climáticos antes de la COP30.
Lo anterior se expresó el pasado 25 de septiembre en el marco de la Cumbre del Clima convocada por el Secretario General de la ONU, António Guterres, y el Presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, en paralelo a la 80.ª sesión de la Asamblea General de la ONU.
En su información oficial, la ONU, a través de su Comité para el Cambio Climático (conocida por sus siglas CMNUCC), destacó que “a pocas semanas de la COP30, el Secretario General instó a todos los países que aún no han finalizado sus contribuciones determinadas a nivel nacional a que lo hagan sin demora”.
Esto, sin embargo, contrasta con uno de los principales hallazgos del Informe sobre la Brecha de Producción (PGR) 2025 en el sentido de que “los países están planificando colectivamente una producción de combustibles fósiles aún mayor que hace dos años para 2030, con una producción proyectada que excede los niveles respectivos a la limitación del calentamiento a 1,5 °C en más del 120%”.

“En suma, los gobiernos planean niveles incluso mayores de producción de carbón para 2035 y de gas para 2050, en relación con la producción de 2023. La producción planificada de petróleo sigue aumentando para 2050. Estos planes socavan los compromisos de los países con el Acuerdo de París y van en contra de las expectativas de que, con las políticas actuales, la demanda de carbón, petróleo y gas de todo el mundo alcance su máximo antes de 2030”, apunta el reporte que realizan desde 2019 el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo (SEI); el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD) y la organización Climate Analytics.
En una publicación en Linkedin, el World Economic Forum difundió una carta a través de la cual la Alianza de Líderes Climáticos de ese organismo solicita a los líderes mundiales que aprovechen la viabilidad comercial de la economía climática e insta a las empresas y a los responsables políticos a aprovechar la oportunidad histórica de rendimiento, resiliencia y crecimiento.
Los miembros de la Alianza, que representan 4 billones de dólares en ingresos y 12 millones de empleados, ya han reducido las emisiones en un 12% y han aumentado los ingresos en un 20% entre 2019 y 2023, lo que demuestra que la acción climática impulsa tanto la resiliencia como el valor a largo plazo, expone la misiva.
Sin embargo, también advierte que ”este impulso ahora enfrenta fuertes vientos en contra”.
“El costo de la transición, combinado con los obstáculos e incertidumbres de las políticas, las presiones fiscales y las tensiones geopolíticas, está ralentizando la transición. La COP30 presenta un momento crucial para que las empresas y el gobierno reaviven el progreso hacia una economía más resiliente y ambientalmente sostenible”, añaden.
Pero este progreso enfrenta vientos en contra: incertidumbre política, tensiones geopolíticas y costos de transición. La COP30 es un momento crucial para escalar soluciones, acelerar el crecimiento bajo en carbono y asegurar un futuro resiliente para las empresas y la sociedad.

La Alianza de Líderes Climáticos señaló también que “la transición hacia una economía resiliente y baja en carbono es una gran oportunidad comercial” y que” la demanda de productos ecológicos y bajos en carbono y soluciones de electrificación se está acelerando en todos los sectores”.
Como ejemplo puso el caso del valor del mercado global de tecnologías como la energía solar fotovoltaica (PV), las turbinas eólicas, los vehículos eléctricos (EV), las baterías, los electrolizadores y las bombas de calor, el cual casi se ha cuadruplicado en los últimos 10 años, llegando a un valor de $ 700 mil millones de dólares anuales.
“La energía renovable ha generado rendimientos significativos y competitivos durante muchos años, y su rápida expansión subraya la profunda confianza de los inversores”, expresaron.
La Alianza alertó que, mientras eso ocurre “las políticas globales actuales están llevando al mundo hacia una trayectoria de 3 ° C y se espera que el calentamiento supere los 2 ° C en 2050”.
Advirtieron que “las consecuencias se intensificarán en los próximos 25 años, con un aumento de las sequías, las olas de calor, los riesgos de incendios forestales e inundaciones, y tormentas más severas”.
“Estos impactos perturbarán la seguridad alimentaria, dañarán la resiliencia financiera de las empresas y los gobiernos, y pondrán en peligro los medios de vida, las comunidades, los sistemas de salud y los ecosistemas”, apuntaron.

En LinkedIn, la opinión del director de operaciones de BayWa r.e. Global, con sede en Alemania, Daniel Gaefke, refleja las expectativas.
“Lo que espero con ansias: un cambio de promesas a acción. Ya tenemos grandes compromisos climáticos sobre el papel. Ahora necesitamos ver cómo se traducen en actualizaciones de la red, agilización de permisos, comercio regional de energía y flujo real de capital hacia proyectos”, apuntó en una publicación en esta red.
“El almacenamiento y la flexibilidad toman el centro del escenario. Con la energía solar y eólica ya competitiva en costos, el almacenamiento será el próximo gran desbloqueo. Las baterías, el hidrógeno y la flexibilidad en la demanda deben integrarse en los marcos nacionales, para que la energía limpia no solo sea barata sino también confiable”, expresó.
Habló también de transición justa para los mercados emergentes, donde los países en desarrollo exigirán con razón acceso a financiamiento, tecnología y capacitación. “Sin esto, la transición corre el riesgo de dejar a muchos atrás”
La cuenta regresiva ha comenzado. Apuntemos a que la COP 30 sea un punto de inflexión donde la ambición se encuentre con la acción, y la transición energética global se vuelva más rápida, justa y segura, señaló.

