Más allá del petróleo, alternativas para un futuro energético
El mundo avanza hacia una transición energética inevitable, y la pregunta ya no es si debemos dejar atrás a los combustibles fósiles, sino qué alternativas serán viables para sostener la economía global en las próximas décadas.
Los biocombustibles representan una opción inmediata, pues pueden integrarse a la infraestructura existente. Sin embargo, su desarrollo debe garantizar que no compitan con la producción de alimentos ni conserven una alta huella de carbono. Por su parte, el hidrógeno verde se perfila como uno de los vectores energéticos más prometedores, en particular para industrias difíciles de electrificar. México y América Latina cuentan con abundantes recursos solares y eólicos que podrían colocarlos como productores estratégicos de este combustible.
Otras opciones emergentes como los combustibles sintéticos, el amoniaco verde y el almacenamiento con baterías avanzadas, complementan un portafolio cada vez más diverso. El litio y otros minerales críticos de la región son un activo clave, aunque requieren visión a largo plazo para convertirlos en cadenas de valor y no sólo en exportaciones de materias primas.
El futuro energético será múltiple y complementario. América Latina tiene la oportunidad de liderar si apuesta a la innovación, la inversión y la cooperación. No se trata de abandonar el petróleo por obligación, sino de superarlo con opciones mejores, más limpias y más sostenibles.
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